viernes, 4 de febrero de 2011
Caerse está permitido, pero levantarse es una obligación
El palo ha sido duro, muy duro. Las negociaciones entre Alberto González y el Grupo Pegaso se han roto. El grupo mexicano se cansó de las tonterías del magnate de San Claudio, que ocultó información sobre las acciones y ahora el futuro del club corre peligro. El Consejo de Administración ha despilfarrado este año cantidades esperpénticas para una categoría como la 2ªB. Los jugadores no tienen asegurado cobrar al completo, sólo da para pagar los próximos dos meses.
Ahora mismo el oviedismo está hundido, tanto o más que aquel Agosto de 2003, en el que se consumó el descenso a tercera por impagos. No se ve ninguna salida. Alberto González es presidente y máximo accionista del club, y José Manuel Martínez (alias inútil) seguirá empatando y perdiendo en el campo.
Veo demasiado pesimismo (no es para menos). Pero os voy a recordar una cosa: no somos la afición del Getafe, ni la del Madrid, ni la del Barça, ni la del Almería, ni la de ningún otro equipo, ni si quiera la de 'el pupas' (Atleti). Somos la afición del Real Oviedo. Y si hay algo nos distingue de todas las que he citado (y de las que no también), es que jamás abandonamos. Nunca. Lo demostramos en el 2003 y lo vamos a demostrar ahora, porque no vamos a quedarnos de brazos cruzados.
Hoy nos hemos caído, nos hemos metido una hostia (con perdón) muy grande, pero compañeros, eso está permitido. Está permitido caerse, pero es una obligación para nosotros levantarnos como siempre hemos hecho. Porque tenemos que luchar por los 84 años de historia que tiene el Real Oviedo. No podemos abandonar, debemos seguir luchando, por todos esos años, por las gloriosas temporadas en primera, por Herrerita, por Lángara... pero también por todo lo que sufrimos en los barrizales, por el espíritu de 2003, por Armando Barbón, por el gol de Kily al Mosconia, por el bofetón en la cara que le dimos a Gabino, por Diego Cervero, por todos y cada uno de los 14.000 socios que tiene este club. Porque quiero llevar a mis hijos al Tartiere, y contarle a mis nietos todo lo que hice por mi club. Porque volveremos...
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