El equipo titular del Real Oviedo el pasado domingo ante el Alavés
No ha pasado tanto tiempo desde que los aficionados abandonaban el Tartiere con la frustración impresa en sus rostros. De los múltiples golpes recibidos en el orgullo oviedista quizás el más doloroso ocurrió el pasado 13 de febrero. El Sporting B, filial del histórico rival por tradición, se llevaba los tres puntos del Tartiere. Una afrenta que muchos consideraron una herida mortal en el orgullo.También el equipo. Golpeado moralmente con una traducción directa en los nulos resultados. José Manuel Martínez entendió entonces que debía dar un paso al margen y llenar el vestuario de aires renovados. Su elegido fue Pacheta y desde entonces el equipo parece otro. La llegada del nuevo técnico ha supuesto una transformación inmediata de resultados y sensaciones. Muchos aficionados se preguntan ahora cómo puede ser que con el mismo colectivo los resultados hayan cambiado tanto. Tras cinco semanas de trabajo de campo, las claves en el juego de los de Pacheta son claramente reconocibles.
Apuesta por un once tipo. Una de las principales demandas de los futbolistas cuando las cosas no marchan bien es la necesidad de continuidad para mostrar su verdadero valor. Los equipos de Pichi Lucas y José Manuel se caracterizaron por el cambio en exceso. La búsqueda del equipo ideal alcanzó límites exagerados que limitaron la confianza de algunos hombres. Pacheta ha terminado con las rotaciones. Por primera vez en la temporada, el Oviedo ha repetido un once. Ocurrió este domingo ante el Alavés. Aulestia, Víctor Díaz, Jorge Rodríguez, Negredo, López Ramos, Moré, Pascual, Aitor Sanz, Nano, Busto y Rubiato han sido los elegidos en dos jornadas consecutivas.
Intensidad y agresividad. La novedad más evidente desde el primer día. La muletilla de «el equipo va a ir» que Pacheta suele usar en sus discursos públicos ha tenido una continuidad práctica. La defensa ha adelantado notablemente su posición y el resto del equipo ejerce la presión más cerca del área rival.
Juego directo. Consecuencia directa de la presión. El primer objetivo del técnico azul fue evitar riesgos innecesarios. Ahora el equipo elabora menos las jugadas. El balón circula a gran velocidad entre los medios y los extremos, que han alcanzado su mejor versión de la temporada.
Pascual por Richi. Si se atiende a ejemplos individuales, éste ha sido el único cambio respecto a la primera vuelta. Richi dejó el equipo tras no conseguir adaptarse al conjunto azul. Pascual, desde el filial, se ha hecho con un puesto en el once con naturalidad y entrega.
El aspecto mental. Para muchos, la mejoría se justifica en una mera mejoría mental. La propia plantilla así lo explica. La confianza que Pacheta ha repartido a sus jugadores se traduce ahora en una mejoría significativa.
Fuente: lne
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