jueves, 26 de enero de 2012

El Oviedo perdió una gran oportunidad ante el Toledo

Los azules caen en Toledo y pierden una oportunidad única de acercarse al líder en un partido en el que mostraron un juego lento y previsible


El portero del Toledo, Saavedra, trata de coger el balón
 ante el intento de remate de Álvaro y Negredo.
Esta vez la conexión Lledó-Martins no funcionó. Los sesenta metros y los diecinueve jugadores (exceptuando el arquero rival), los que separan al último bastión defensivo de los azules y el estilete atacante, se convirtieron en una distancia insalvable para sacar algo positivo de El Salto del Caballo. Al menos con una conexión tan directa, sin intermediarios. Ya se ha visto en capítulos anteriores: cuando los equipos contrarios dan con la tecla correcta, al Oviedo le cuesta sacar a relucir sus armas.

El Toledo siguió la fórmula enseñada por el Rayo B en la última visita y mutó su juego habitual para incomodar a los azules. Usó el mismo antivirus. El Oviedo se quedó sin respuestas. Suele ocurrir cuando no se tienen alternativas al plan inicial.

La derrota azul responde a una serie de condicionantes. Recibir un gol tempranero que supone un ataque directo a la moral de los de Pacheta y reducir la máxima intensidad a los 15 minutos finales también es una invitación a la derrota, pero lo que más se echó de menos fueron opciones claras de gol. Esas que llegan cuando los jugadores de más talento se asocian por medio del balón.



Minutos después del pitido final, Pacheta mantuvo una animada controversia con los periodistas locales sobre las armas de este Oviedo. La intención del técnico era diferenciar entre «pelotazo» y «juego directo». Puso especial énfasis en definir el juego azul con el segundo de los conceptos. Dejando a un lado cuestiones semánticas, que Lledó se convierta en el principal artífice del fútbol ofensivo azul parece una propuesta demasiado ruda hasta para una afición dispuesta a perdonar todo por un buen resultado.

La presentación parecía indicar que el Oviedo mandaría en el choque. Se acababa de superar el primer cuarto de hora con el juego inclinado hacia la portería local cuando llegó el mazazo. Una dejada de David Sanz a un balón caído desde el cielo toledano fue aprovechada por Dani Alonso para batir a Lledó de un pulcro zurdazo. La secuencia exacta fue: pelota colgada desde el centro del campo, rechace, remate y gol... ¿Les suena? Parecía como si Alfaro hubiera robado a Pacheta su fórmula mágica en el abrazo inicial. Ante la necesidad de reaccionar, el Oviedo lo hizo con muy poca paciencia. Como si el tiempo apremiara.

El asedio final fue insuficiente

Viendo el oscuro panorama, Pacheta intentó que el equipo reaccionara. Lo hizo de forma drástica, con un cambio. Jandrín dejó el campo y Xavi Moré lo sustituyó en la banda. El técnico justificaría después la decisión por motivos tácticos, pero las molestias en la espalda del canterano los días previos parecieron limitar su aportación. A los 30 minutos, el Oviedo había regalado un gol, había gastado un cambio y veía limitado su tiempo de reacción. Abasolo, único descartado en la expedición, observaba la escena desde la grada. Aún no se ha ganado el indulto de Pacheta.

El gol supuso la excusa perfecta para que el Toledo se atrincherara atrás. No es el conjunto de Alfaro un equipo dado a esquemas defensivos. Lo suyo tiene más que ver con la posesión del balón. Por suerte o desgracia, la eficacia que está mostrando últimamente el Oviedo hace que los rivales se adapten a nuevos escenarios. A algunos les da resultado.

Un Oviedo plano durante toda la primera mitad tuvo su mejor opción cerca del descanso. Tuvo que llegar a balón parado. Manu Busto acarició el balón desde la banda tan blandito que el cabezazo de Pelayo en el punto de penalti llegó mansamente a los dominios de Saavedra.

Quien esperara una reacción agresiva de los de Pacheta en el segundo acto se quedaría con las ganas. Tras un aviso inicial en un cabezazo de espaldas de Xavi Moré, el Toledo se hizo con el mando. Pudo sentenciar el choque en un par de saques de esquina en los que puso en aprietos a Lledó. David Sanz tuvo otra opción clara en una buena jugada personal de Carlos, debutante ayer tras la cesión del Atlético de Madrid B. El daño no se acentuó y el Oviedo se preparó para la traca final.

Antes del asedio azul, llegó la que puede ser la peor noticia en muchas semanas. Xavi Moré intentó irse de dos contrarios en la banda y cayó al suelo con claros gestos de dolor. Tras abandonar el campo cojeando intentó regresar. Su vuelta acabó en nuevos lamentos. Si se confirma que Moré es baja por tiempo prolongado, la derrota en Toledo quedará en un segundo plano en la lista de desgracias oviedistas. Pocos se imaginan un hipotético ascenso sin Xavi Moré en la banda derecha.

Sin el pucelano en el campo el Oviedo aumentó el ritmo. No le quedaba otra. Lo hizo a partir de más balones colgados. Más dosis de obstinación. Para entonces la delantera estaba formada por Óscar Martínez, Rubiato, Martins y Busto, cuatro depredadores. Los últimos diez minutos se convirtieron en un asedio constante, más aún tras la expulsión rigurosa de Ramírez. Óscar Martínez en un cabezazo picado, Juanma en la estrategia y Busto en un centro chut pudieron igualar, pero la ocasión más clara llegó en los pies de Martins.

El senegalés se encontró un balón suelto en el área del Toledo tras una galopada de fe de Pelayo. Su disparo, forzado, se encontró con la mano salvadora de Saavedra. Después, el partido agonizaría en el área local, sin beneficios para el Oviedo.

El paso de las semanas ha terminado por situar al Oviedo en una cómoda posición de «play-off». Vistos los rivales de esta temporada, no parece descabellada la opción de luchar por el primer puesto, billete más seguro de acceso a Segunda División. La remontada llena de orgullo tras un nefasto inicio ha dejado el regusto de que la situación del equipo es idónea. La realidad es algo diferente, el Oviedo ocupa un puesto lógico en atención a plantilla y presupuesto; en otras palabras: el tercer puesto cubre el objetivo mínimo marcado al inicio de la campaña.

En una jornada marcada por los tropiezos (empate de Castilla y derrotas de Lugo y Tenerife), la fecha parecía perfecta para dar un golpe de autoridad. No fue así. Al Oviedo aún le queda margen de maniobra para aspirar a lo máximo. Por mentalidad y personalidad no va a faltar. Queda por resolver si el equipo tiene fútbol suficiente para equipararse a los mejores de la categoría.

Fuente: La Nueva España

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu opinión sobre el artículo en un comentario, ¡Hala Oviedo!