domingo, 20 de mayo de 2012

Sin cambio no hay futuro

Si Alberto González y Ángel Martín Vaca no dejan el Oviedo, el club desaparecerá


Pedro Zuazua
Pedro Zuazua
Una vez más, el Real Oviedo se juega su futuro fuera de los terrenos de juego. En lo deportivo, el balón dictó sentencia y el club seguirá un año más en Segunda División B. En lo que corresponde a la gestión, o Alberto González y Ángel Martín Vaca dejan el club, o el titular que leeremos en las próximas semanas será: «El Real Oviedo desaparece». Es el momento de aunar esfuerzos para encontrar, por fin, el club que todos queremos, y de hacerlo desde el respeto a sus 86 años de historia.

El Real Oviedo es un club hecho a imagen y semejanza de las dos personas que, en la actualidad, lo dirigen: Alberto González y Ángel Martín Vaca. Este detalle invalida automáticamente a la entidad para tomar ningún tipo de decisión seria, coherente o brillante, ya que ninguno de esos dos personajes posee esas cualidades. Es más, a esas virtudes ausentes hay que sumar la falta de escrúpulos que ambos han demostrado para mentir, ocultar datos y hacer lo que les da la real gana por encima, incluso, de la ley. Se rieron, primero, de sus antiguos compañeros de consejo. Se rieron, después, de la afición. Y se rieron, por último, del Ayuntamiento. Es imposible intentar adivinar algo de lo que pasa por la mente de estos dos lumbreras, porque van a otro ritmo diferente del del resto de la humanidad. Es decir, que cualquier crítica, alusión o intento de negociación con ellos es baldío. No hablan nuestro idioma. La salvación está en manos de la afición y del Ayuntamiento, y no hace falta contar con ellos para nada, porque son un lastre que nos lleva a la deriva.

Alberto Gonzalez en el palco del Oviedo
Alberto en el palco tras 2 años de ausencia en él
No es la primera vez que, en el Real Oviedo, la afición demuestra estar muy por encima de los dirigentes. Ya fue así en diferentes épocas y ha sido así desde que llegó Control Sport. El pasado miércoles, un grupo de seguidores se acercó al entrenamiento del primer equipo para hablar con los jugadores y con el cuerpo técnico. Lo hicieron de forma educada y transmitieron el mensaje que, de existir algún tipo de organigrama en este club, deberían haber comunicado los dirigentes. Pero seamos serios. ¿Quién va a ir a hablar con la plantilla? ¿Vaca? ¿Alberto González desde no se sabe dónde? ¿Paula Calleja? No, porque a ninguno de ellos le importa que el Real Oviedo desaparezca. La afición, con ese gesto del grupo Symmachiarii, ha escenificado que el mando en esta entidad le pertenece. El máximo accionista y su socio ya no pintan nada en este club. Sus acciones valen lo mismo que las del resto: cero.

Otra cosa son las pintadas y las amenazas, absolutamente fuera de lugar tanto para la historia del Real Oviedo como para la sociedad en la que vivimos. El respeto a las personas está por encima de todo.

Afición del Real Oviedo en León
Afición del Real Oviedo por las calles de León
De cara a la junta, es vital la unión de todos los oviedistas. Las diferentes familias que hay en el oviedismo (prietistas, lafuentistas, etcétera...) tienen que olvidar las diferencias en el modelo de gestión preferido para intentar salvar el club. Primero, de las garras de Alberto González y de Ángel Martín Vaca y, luego, aunque sean casi sinónimos, de la desaparición. El Ayuntamiento, por primera vez en mucho tiempo, parece que tiene claro lo que hay que hacer. Y a los oviedistas, que tanto hablamos de la gran afición que somos, nos toca dar, una vez más, el do de pecho. Va a llegar un momento en el que habrá que dar un paso adelante y entonces ya no valdrán las excusas. Si no somos capaces de juntar todas las acciones que no están en manos de Control Sport, si no somos capaces de movilizar al oviedismo para el partido más importante de la historia de este club, entonces habremos perdido la batalla. ¿Alguien quiere que el Real Oviedo pase a los libros de historia teniendo como último presidente a Alberto González? Sería bochornoso.

Cogió un equipo que se iba de cabeza a Tercera e hizo que creyera en el ascenso. Fue un éxito. Después, tuvo tiempo de planificar y escoger jugadores. Fue un fracaso. Su empecinamiento en negar la realidad lo ha alejado de la afición, que lo apoyó en todo momento. Él eligió el tipo de jugador que quería y fue con ellos a la guerra, pero la elección no era buena. Pacheta ha sido víctima de la desorganización del Real Oviedo. ¿Quién lo iba a llamar al orden cuando se salía del tiesto? Con el director deportivo en silencio, el técnico se convirtió en una especie de mánager a la inglesa que mandaba sobre todas las cosas. Dentro de la deriva del club, Pacheta ha terminado siendo un náufrago solitario. El miércoles se enfadó y suspendió el entrenamiento. No entiende que para la afición es bastante más importante que el club siga vivo que un entrenamiento «posliga». Y, además, lo que iba a entrenar el miércoles seguramente lo podría haber entrenado hace un par de semanas, cuando decidió jugar un partido en inferioridad contra el primer equipo cadete (14-15 años).

Diego Cervero: "Esto es Oviedismo" durante el ascenso
Diego Cervero: "Esto es Oviedismo"
Sobraron sus declaraciones sobre Diego Cervero -«no es un jugador que encaje en nuestro estilo de juego»- más que nada porque, en su propuesta futbolística, tiene cabida cualquier jugador que esté bien físicamente. Y para mayor contradicción, al final de la Liga, lamentó no tener un delantero que marcara veinte goles. En el grupo segundo de la Segunda División B del fútbol español hay uno y, curiosamente, se llama Diego Cervero.

Leganés, Alcalá, Vallecas, Toledo, La Roda, Vecindario, Cuenca, La Coruña, Tenerife y San Sebastián de los Reyes. Son los lugares en los que el Real Oviedo perdió esta temporada. Salvo en alguna excepción, en el resto de los partidos el equipo azul hizo el ridículo. Y, aunque a los jugadores les duela esa palabra, es la verdad. En primer lugar, porque los aficionados que estaban en la grada sintieron vergüenza de su equipo, y en segundo lugar, porque otras actuaciones (Valdebebas o Albacete) dejaban claro que el potencial del equipo podía ser otro. Este equipo no engañaba a nadie y a los cinco minutos de empezar el partido se sabía lo que iba a pasar, si estaban metidos o no. La plantilla estaba descompensada y algunos se tiraron del barco demasiado pronto. Se ha intentado recuperar a algunos jugadores, y también se ha fracasado. Uno puede agradecer mucho la entrega a un jugador, pero el Real Oviedo no está para recuperar futbolistas, sino para que los futbolistas lo recuperen a él.

Al final, la justicia estimó en parte la reclamación del Real Oviedo contra el Principado de Asturias, lo que viene a decir que el club azul tenía razón, porque, si no, no te dan ni las gracias. Esos 300.000 euros son poco, en comparación con lo que realmente nos correspondía, pero sirven al menos para dejar claro que aquí nadie se inventó nada, que la Administración liderada por Areces ninguneó y marginó al Real Oviedo. El equipo azul sufrió un agravio comparativo con respecto a otros clubes de la región, y fue culpa de la cerrazón de algunos políticos incapaces de quitarse la camiseta para gobernar.

Fuente de la entrevista: La Nueva España

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