El Oviedo suma un punto más que el equipo que descendió a Tercera División, a la misma altura del Campeonato
Cuando el árbitro señaló el final del encuentro el pasado domingo muchos aficionados echaron inevitablemente la vista atrás. El Oviedo vuelve a coquetear con los puestos de descenso, cuando ya se ha consumido más de la mitad del Campeonato. Los recuerdos de la temida temporada 2006-2007, que acabó con el descenso a Tercera, empiezan a ser demasiado evidentes.
Entonces muchos señalaron la derrota ante el Universidad de Oviedo B (2 a 4 en el Tartiere en la jornada novena) como la mayor decepción de la temporada. El pasado domingo, con la competición en una fase más avanzada, el público abandonó el municipal ovetense con una sensación aún más desoladora. La _derrota contra el filial del eterno rival en el partido que muchos se han negado a calificar como derbi escuece mucho en la hinchada local.
Las similitudes entre ambas campañas no se limitan a coincidencias aisladas. La marcha en la clasificación tiene tintes similares. En la 2006-2007 el equipo, dirigido sucesivamente por Toño Veláquez, Ramiro Solís e Ismael Díaz Galán, atravesaba una racha similar a la del equipo oviedista en la actualidad. Superada la jornada 25.ª de Liga, el Oviedo transitaba en el puesto 16.º de la clasificación, inmerso en posiciones de promoción de descenso. Tras caer por dos a cero contra el Sestao River, los azules sumaban 25 puntos, tras seis partidos ganados, siete empatados y 12 perdidos. El saldo de goles a favor era de 17, mientras que los tantos en contra alcanzaban los 27.
Ahora, tras rebasar la 15.ª fecha de la competición, el Oviedo suma un punto más (26), después de 5 partidos ganados, 11 empatados y 9 perdidos. El conjunto carbayón acumula 22 goles a favor por 25 en contra. La gran lacra de este año siguen siendo las cifras mostradas en el Carlos Tartiere, donde suma 15 puntos. Sólo Peña Sport (14 puntos) y Guijuelo (13) presentan peores registros.
La dinámica en la que ha entrado el equipo no deja muchas opciones. Así lo ha entendido José Manuel Martínez, que en las próximas horas anunciará el nombre del nuevo inquilino del banquillo azul.
Los futbolistas, acostumbrados a una temporada rodeada de ruido extradeportivo, asumen la situación con naturalidad. Rubiato prefiere hacer autocrítica. «Son los jugadores los que tienen que dar la cara en las momentos buenos y en los malos. El entrenador no tiene nada que ver en esto». Con él coincide Pascual: «Un cambio en el entrenador siempre es negativo para el club, porque supone que las cosas no marchan bien».
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