Los aficionados oviedistas dirigiéndose al campo de la Cultural
El listón estaba alto. La memoria reciente del oviedismo está repleta de imágenes en las que el color de la afición ha sido el signo de máximo orgullo. No corren buenos tiempos para sacar pecho con la situación deportiva, ni mucho menos. Pero hay un elemento que nunca falla: la afición. El resultado en León fue que el listón quedo claramente sobrepasado. Evitando en el análisis el resultado deportivo, evidentemente.La demostración de oviedismo por las calles de León superó exhibiciones anteriores. Desde primera hora de la mañana la plaza de san Martín solo conoció el color azul. La invasión oviedista alcanzó los 4.000 testigos. Si se tienen en cuenta los condicionantes el número llama poderosamente la atención.
La afición azul tiene hambre de fútbol. Se demuestra en días como el de ayer. No importa que el ascenso sea ya una remota posibilidad que sólo las matemáticas mantiene con vida, o que la afición haya sufrido este año lo indecible. Ni siquiera que el máximo accionista sea hoy por hoy el personaje menos querido entre las masas azules. El frente común no hace discriminaciones.
La plaza de San Martín sirvió además como punto de partida de una marcha hasta el campo que tiñe el casco viejo leonés de azul. Tras la pancarta “¡Alberto vete ya!” los aficionados del Oviedo calentaron la hora previa al encuentro.
Que la afición azul le siguen escociendo todas las heridas de los últimos años se puede comprobar en concentraciones como la de ayer. Los cánticos de apoyo al equipo se mezclaron con otras de tinte reivindicativo. El máximo accionista del club estuvo presente en la mayoría de estos gritos.
El resultado fue aceptado con entereza. Sólo se trata de una decepción más. Al menos la afición azul ya sabe el guión a seguir: levantarse de cada golpe y seguir animando. El sentimiento azul puede superar casi todas las adversidades.
Fuente: lne
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