lunes, 28 de febrero de 2011

La rigurosa expulsión de Pelayo no descompuso al equipo

Rubiato estrelló un balón en el palo cuando se superaba el minuto 90

Rubiato pugna por un balón con un contrario
Tras el paso por los vestuarios, el Oviedo entró en el campo con nuevos bríos. No se sabe qué fue más beneficioso para los azules –ayer de blanco–, si la charla de Pacheta o los movimientos desde el banquillo. Pelayo, primero, y Jandrín, después, impulsaron al Oviedo. El centrocampista, reconvertido ahora en media punta, ganó casi todas las disputas aéreas y segundas jugadas. Lo de Jandrín es otro tipo de fútbol. El de llevar el balón cosido al pie hipnotizando al lateral de turno.

Pero en los partidos trabados como el de ayer, la solución para atajar los problemas pasa por el acierto a balón parado, una de las obsesiones de Pacheta. En el minuto 70, Jorge Rodríguez estuvo a punto de igualar la contienda, pero Sota salvó en la línea. En el saque de esquina sucesivo, Negredo remató a puerta y el balón cayó en los pies de Jorge Rodríguez. Mismo protagonista pero con diferente resultado. El balón está vez sí acabó en la red local.

Con veinte minutos por delante, el Oviedo se lanzó a por el partido. Resulta paradójico que en un partido con protagonismo de los balones largos, los más destacados fueran los pivotes. Pero así fue. Aitor Sanz demostró una vez más que es el fichaje más acertado del año. Lo de Pascual fue aún más llamativo. El hasta hace poco jugador del Vetusta apenas nota el cambio de categoría. Ayer bregó, ganó y repartió. Además de colaborar notablemente en la estrategia.

Con Rubiato victorioso en la mayoría de disputas aéreas –si ayer le hubieran lanzado un avispero lo habría rematado sin problemas–, las inmediaciones al área local se convirtieron en terreno ideal para las aventuras desde los extremos. Como la de Jandrín en el 80. El extremo aprovechó un error de Sota para encarar la meta de Calvo. Hubiera sido el golpe definitivo, pero el canterano falló precisamente en su punto fuerte: la conducción de balón.

En medio de la refriega, el colegiado De Burgos Bengoetexea reclamó su cuota de protagonismo a la misma altura que su asistente. Una disputa aérea fue sancionada con roja directa a Pelayo cuando aún restaba algo menos de diez minutos. Pero el Oviedo no acusó el golpe. Al revés, se fue a por el partido. La opción más clara llegaría en el minuto 90 cuando Rubiato se encontró con un centro medido de Pascual. El palo evitó el tanto.

El Peña Sport tuvo su ocasión a continuación, pero el partido finalizó en tablas. El Oviedo suma más buenas sensaciones en la era Pacheta pero se consuela con un premio menor. Un punto insuficiente en una jornada donde los de abajo empiezan a mostrar signos de mejora.

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Fuente: lne

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